Thursday, December 25, 2008

Nota


He añadido unos párrafos al primer pasaje de la tienda en Estocolmo(II).

También he intendo estructurarlo para hacerlo más legible (y digestible).

Me hace la misma ilusión que un post totalmente nuevo; quizás porque este es muy, muy... bueno, leedlo vosotros mismos. Pinchad aquí.

Un abrazo.

PD: La primera parte de "Estocolmo" era esta. La tercera (y última parte) esté en mi mente pero no sé si la escribiré algún día.


Sunday, November 16, 2008

TODAS UNAS PUTAS


Una golpeaba su cabeza contra la pared para quitarse de encima los pensamientos sexuales que le venían sobre su hermana aún más pequeña, con la que había sido obligada a tener relaciones. Otra se volvió anoréxica porque aborrecía tener un cuerpo sexuado.

Los dos ejemplos anteriores son casos reales, niñas víctimas de abuso sexual; una psique destrozada de por vida.

Los chicos y chicas que salieron de una secta americana donde se practicaba el incesto y todo tipo de abuso a menores, quedaron psicológicamente aniquilados para los restos. La mayoría acabó suicidándose. Uno de los chavales fue forzado a tener sexo con su propia madre y una amiga de ésta. Cuando se hizo mayor, torturó con un taladro eléctrico a la segunda; más tarde se quitó la vida.

Prostitución y pornografía (otro intercambio de sexo por dinero) dejan secuelas dramáticas en las personas que la han ejercido. Cuántas estrellas porno han muerto por sobredosis o suicidio. Muchísimas de ellas, mujeres alienadas por un entorno que no les ha dado precisamente amor, autoestima, ayuda, respeto, etc. Abusadas aunque cobraran por ello: la libertad y dignidad humanas son irrenunciables, no son vendibles; el Hombre dispone de libertad para ejercerla, no para destruirla (Stuart Mill). Lo siguiente escrito por Kant apunta hacia el razonamiento análogo de que ninguna persona merece ser tratada como instrumento para otros fines:

Todos los seres racionales están sujetos a la ley de que cada uno de ellos debe tratarse a sí mismo y tratar a todos los demás, nunca como un simple medio, sino siempre al mismo tiempo como fin en sí mismo [...].

Todo tiene un precio o una dignidad. Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente; en cambio, lo que se halla por encima de todo precio y, por tanto, no admite nada equivalente, eso tiene una dignidad.

Si el daño que el abuso sexual hace a un adulto es devastador, qué decir cuando la víctima es un menor. Imaginaos que estamos en esa edad en la que vemos dibujos animados, no nos separamos de los juguetes, queremos comer chucherías todo el tiempo y nos da vergüenza hablar con la niña o el niño que nos gusta. La edad en la que el sexo da sus pasitos: la primera vez que vamos cogidos de la mano, los primeros besos, las primeras caricias, etc. Un proceso de aprendizaje, de exploración, con sus distintas etapas. Aquellos que se han saltado etapas dicen anhelarlas. Ahora pensemos que somos esa chavalita o chavalito que no ha empezado ni su primera etapa cuando viene un depravado cabrón enfermo, nos fuerza y nos pone su sucia polla delante. Despedaza nuestra inocencia y vuelca toda basura mental acumulada en años, en una personita que acaba de amanecer a la vida. Encima, tienes a gente esperando verlo en internet.

El colmo de este sucio negocio es que quienes se enfrentan a él son perseguidos, amenazados y censurados por los medios de comunicación. Lydia Cacho ha tirado de la manta en México y se ha quedado sola; la han intentado matar varias veces. Ha sido secuestrada por policías. ¿En quién puede confiar ella? "Instituciones, ninguna. Ni la PGR ni la Corte Suprema. El Congreso, menos. Y de los medios de comunicación, mejor no hablar", dice Cacho.

Violencia impuesta contra los más débiles: niños y mujeres. En muchos casos esa situación de opresión es mantenida por nuestra tibieza y doble moral ante prostitución y pornografía. Los hombres estamos en la posición dominante, no queremos ver lo que hay detrás de una realidad que nos privilegia y nos permite abusar de otro ser humano (prostitutas y actrices porno). Argumentos como “es puta porque le gusta el dinero fácil”, “nadie la obliga”, “se ve que le gusta" (que se la cepillen veinte delante de una cámara, p.e.), etc, no están por encima de los Derechos Humanos. Follarse a una puta es aprovecharse de una situación de dominación, pagando a otro (el proxeneta) para que ejerza la violencia física y psíquica que haga falta para mantenerla. Eso es lo que ocurre en los puticlubs: pagas al que tiene el látigo y pone las cadenas a las esclavas. Encima las despreciamos, como si el cliente tuviera algún tipo de superioridad moral por aprovecharse de la debilidad de otro. ¿Y a quién recurren estas chicas cuando los propios policías vienen a follárselas? ¿qué país es este, es Europa, es el mundo civilizado? ¿te parecería bien que esa ramera a la dices le encanta que se la trasquilen diez veces por noche fuese tu hermana, tu madre, tu sobrina, tu novia, tu nieta? ¿o que hiciesen una peli X donde la humillasen?

Ver cintas porno nos deja huella. Acostumbra a una ficticia versión del sexo donde la mujer es un mero objeto, un boquete donde zumbar. Esa imagen del actor porno mirando a la cámara durante el metesaca es profundamente cruel y deshumanizadora. El mensaje que transmite es: eso de ahí abajo (la chica) no es una persona, es un agujero donde correrse. Me trae el recuerdo de una escena que se me quedó grabada por su crueldad en la película “Ocurrió cerca de su casa”: El psicópata está penetrando a una prostituta antes de asesinarla, cuando mira a la cámara y te dice “mira cómo disfruta”. Una brutalidad que conecta con el producto que venden muchísimos de los films pornográficos: violencia, salvajimo, bestialidad, en lugar de erotismo.

El genial Miguel Brieva lo plasma en una sola viñeta de su obra “Dinero”: Dos tíos agarran con manos y cadenas a una mujer mientras uno de ellos le mete en la boca una fusta con pinchos a la vez que le declama un romántico poema. La viñeta reza “La pornografía es libertad, igualdad y amor”.

Deberíamos reflexionar sobre ello; nuestra sociedad avanza hacia la igualdad, el papel de la mujer sale de la negación que le ha sido aplicada hasta ayer. Por ejemplo, en España ya no es común como antes el que el padre se lleve al hijo a estrenarse a un prostíbulo; también eso de acabar la noche de marcha en el puticlub nos parece patético a cada vez más jóvenes. Pero queda mucho por hacer. Siguen en nuestro vocabulario expresiones como (esta realmente me hiere, no soporto la crueldad explícita de quien la profiere): O follamos todos, o la puta va al río. Piensa bien la frase; si luego te sigue haciendo gracia ve a que te lo mire un especialista.

Los límites entre prostitución y pornografía son difusos; putas y actrices porno (que se pluriemplean en ambos sectores) cuanto más jóvenes, mejor. El abuso a menores, la siguiente frontera.

Los que no somos policías o jueces también podemos hacer algo: por ejemplo, en la web

http://www.protegeles.com/

puedes pegar las direcciones de páginas que encuentres con contenidos de pedofilia. Sencillo.

Todos contra la pornografía infantil. Los consumidores son culpables ya que sin demanda, no habría oferta (o sería menor). Denunciémoslos. A POR ELLOS.



PD: Reflexiona sobre todo esto, especialmente si has llegado hasta este post mediante la búsqueda de las siguientes palabras: angels, lolitas, boylover, preteens, girllover, childlover, pedoboy, boyboy, fetishboy, feet boy.

Sunday, October 5, 2008

Einstein en la playa



He bajado a España en verano para pasar tres semanas de vacaciones; para disfrutar del café en los bares, la intensidad de la comida, de los olores y de la vida en la calle. Del mar y el aire caliente que embriagan y te hacen vivir la ilusión de que la vida es ligera, fácil.


Pude revivir el trato con la gente que aquí (¿o debería decir “allí” ?) es expresiva, vivaracha, fiestera, cercana, sondable, atenta, generosa, aunque por otro lado en muchos casos maleducada, estridente, incívica, chabacana, insolidaria y con una cerrazón próxima al fanatismo. Han sido en cualquier caso, vacaciones de reencuentros.


Por obligación estuve en pie temprano muchas mañanas, lo que me permitió andar por la calle al amanecer escuchando las noticias de la radio, observando y oyendo cómo el país se levantaba a luchar la jornada. A la hora en que abrían los quioscos compraba puntualmente un ejemplar de El País y otro de El Mundo; los dos me iban a acompañar el resto del día a la playa, la piscina, tetería, librería, skateshop y tienda de música pero antes que nada, a la cafetería para desayunar.


Una de las veces me estaba zampando un fantástico desayuno español (que incluía bocadillo de catalana) mientras en la tele ponían el Mediterráneo de Serrat (otro talento catalán) cuando encontré en las páginas de El Mundo un artículo de mi antiguo profesor de Ciencia Política. De un tirón estaba acoplado de nuevo a la vida que había dejado aquí (de nuevo, ¿debo decir “allí” ?), empapándome de lo bueno que España aporta desde cada rincón, ya sea gastronomía, música, cultura...


Seguí enfrascado en la lectura de los dos rotativos día sí y otro también. El tacto del papel en los dedos al leer el periódico, el olor a tinta, la comodidad de ajustarlo y maltratarlo a gusto son algo totalmente diferente a mirarlo en la pantalla del ordenador (parezco un viejo gruñón hablando ya así, qué se le va a hacer). En esa prensa de pago me volví a encontrar con escritores, columnistas, filósofos, algún que otro cantamañanas, reporteros, etc, que esta vez me hablaban desde el papel y no desde el navegador web al que me veía obligado a usar en el extranjero.


El último reencuentro al que voy a referirme fue con las verdades como puños que aplastan la irracionalidad. Agua de mar y arena oscura le cayeron a las hojas de El Mundo otra de las veces en que lo leía desde la hamaca de la playa. Recordaba cómo ese periódico sensacionalista (a estas alturas ese adjetivo es poco cuestionable) había desinformado durante el juicio del 11-M metiendo en las cabezas de medio país fanático la teoría de la conspiración. Antes de cerrarlo y guardarlo en la mochila, leí la cita que diariamente encabeza su portada (una buena idea, por cierto). El periódico que mintiendo desveló ante tantísimos que media España -como mínimo- no hace uso de la razón sino que quiere creer y acaba asumiendo lo que sus manipuladores líderes estimen oportuno, abría así la edición del doce de agosto de 2008:




“La teoría es asesinada tarde o temprano por la experiencia” (Albert Einstein)








Wednesday, July 23, 2008

Mañanas robadas.



Son las siete de la mañana y me despierto hundido en un edredón de plumas. No es mi cama, sino la de un hotel. Mirando a través de la ventana se puede contemplar un precioso amanecer en la naturaleza. Es un hotel rural muy, muy al norte de Europa; sus habitaciones se agrupan en unos pocos bungalows a doscientos metros de la orilla de un sereno lago. Éste actúa como espejo de la sierra que se encuentran en la otra orilla y cuyos picos están nevados. No sólo las montañas se miran en ese espejo, también la luz del sol se refleja en él y en el lomo de unos caballos que pastan cerca del agua. A este agradable despertar le sigue un opíparo desayuno. La empresa paga.



Con el estómago y las pupilas alimentadas me pongo manos a la obra, que esta jornada de convivencia organizada por la compañía incluye, además de paseos a caballo, varios trabajos en grupo. En el mío me ha tocado una guapa y madura administrativa, un doctorado con altura de baloncestista que me hace reír con su continuo sarcasmo aprendido en colegio inglés, y el CEO (Director Ejecutivo) de la compañía.


Todas las mañanas me levanto con enorme energía, pero en esta voy doblemente cargado por la belleza del entorno natural y la sensación de vacaciones que me ha dado dormir en un hotel. Cuando empezamos los ejercicios, aporto ideas con ganas de hacerlo bien. Hace poco que salí de la facultad y el subconsciente se toma cada tarea como un examen que hay que aprobar. El Director Ejecutivo me felicita: “excelente”, “muy bueno”, “exacto, eso es” me dice en inglés.


Tras esas exageradas felicitaciones, súbitamente se rompe mi burbuja de vibraciones positivas. De repente, la duda sobre el sentido final de este esfuerzo... Me encuentro con la carrera terminada, la mente entrenada, hambre de trabajar, el cerebro fresco, reseteado después de ocho horas de sueño, con cafeína en las venas y dispuesto a comerme con patatas cualquier tarea que me pongan por delante pero ¿cuál va a ser la finalidad de esa tarea? Pues que la empresa ande, que gane dinero, que obtenga beneficios. Que yo reciba mi sueldo y salve mi culo de una puta vez. Que consumamos y hagamos rodar el carro de la economía. Que paguemos impuestos con los que construir el país, Europa, la ONU, etc., todo eso lo sé... Pero todo demasiado indirecto. Alguien por allá arriba decidirá sobre mí y sobre mi dinero. Sobre si hoy se bombardea un territorio o se le manda ayuda. O si se aprueba un ley justa pensando en el futuro y en el ser humano, o una injusta que atienda a los intereses de la élite de turno.


¿Estoy perdiendo el tiempo mientras los que deciden me marean, mientras me cabreo cada dos por tres por que las cosas se hacen mal en nuestras sociedades? Mi reflexión es que podría invertir mi tiempo, energía, sabiduría, capacidad, etc., en arreglar alguno de los incontables problemas que afligen el planeta. Ya sé que hay gente dedicada a ello, pero me gustaría colaborar también directamente con parte de mi energía y capacidad crítica.


Bien, son las ocho de la mañana y mi contribución a arreglar el mundo es CERO. No sólo eso, sino que es una más de tantas mañanas dedicadas a la obligación, el deber, la responsabilidad, trabajo, estudio, etc... Después de tantos años cumpliendo con el deber escrupulosamente, la aportación que esta “obediencia” hace a mi humanidad es ya irrelevante. Para que se entienda mejor lo que intento decir, léase la siguiente cita (Von Humboldt, Limits of the State action) que en su día incluí en el prólogo a mi Proyecto Fin de Carrera de ingeniería:



Lo que no procede de la libre elección del hombre,
o es sólo el resultado de la instrucción y el asesoramiento,
no penetra hasta lo más íntimo de su ser,
sino que permanece ajeno a su verdadera naturaleza;
no lo realiza con verdaderas energías humanas,
sino, meramente, con exactitud mecánica.



¿Qué tiempo tenemos para desarrollar nuestras capacidades humanas? Nos levantamos por la mañana y la mayoría no disfrutamos realmente de ver el sol, ni el mar, ni un río o lago. No podemos leer el periódico durante dos horas o hacer deporte relajadamente, ni prepararle una sorpresa a un amigo, a la novia o la madre. Tenemos que ejecutar la monótona secuencia de tareas que hay que hacer. Tantas mañanas perdidas, tantas mañanas que NOS hemos robado.


A mí, como a vosotros, me llevan (y me llevo) robando mañanas durante años. Pero puedo recordar una de la que yo fui el ladrón:


Estaba haciendo el Proyecto Fin de Carrera y mi vida era como la de un militar: Levantarse temprano para echar un montón de horas en el laboratorio, salir pitando para dar clases particulares a chavales y chavalas, ir al gimnasio y volver rendido a casa a las once de la noche. Las horas de laboratorio, asépticas. Había compañeros de las salas contiguas que hacían descansos para comer algo, fumar, etc. Íbamos al final del pasillo, abríamos las ventanas y nos quedábamos mirando embobados al infinito, sin hablar el uno con el otro. El sentimiento compartido era el de que la vida estaba allá fuera.


Una de esas noches, acostado en la cama con el cuerpo reventado sin fuerzas para leer ni escuchar la radio me dije: “mañana, NO”. Mañana voy a ser un ser humano y no un robot. “Debería” ir a la universidad porque aún no es fin de semana pero me parece que va a ir Perry Mason.


Al día siguiente, con la misma disciplina que me autoimponía para el estudio y el trabajo, comencé MI mañana: Desperté tan temprano como cuando el deber mandaba pero para ir a patinar, sí.... A PATINAR. Boté de la cama más feliz que un tonto sabiendo que las ruedas del monopatín y no la pantalla del ordenador iban a guiar mi jornada. Cafelito, mochila preparada y rumbo al primer spot. Llegué a la plaza a eso de las ocho y media o nueve de la mañana. Es un plaza rectangular amplísima con suelo de mármol perfectamente liso, resguardada por altos edificios de oficinas. Los bloques más próximos albergan instituciones autonómicas y estatales diversas, pero yo no he venido a preguntar cómo anda mi proceso. No soy K, soy E rompiendo hoy mis cadenas.


Echo el patín a rodar y me deslizo surcando el espacio, improvisando cada trayectoria; toda la plaza para mí solo, soy el único patinando. De vez en cuando, algún viandante: Oficinistas calvos con camisa de cuadros que apresuradamente entran y salen cigarrillo en mano, la mirada en el suelo, el ceño fruncido y el tic de subirse las gafas que se resbalan por la nariz debido al sudor. Hace un calor de la leche.


Yo a lo mío, musiquita en los oídos y patinando suave: manuals, 180 variados, kickflips, heelflips... De vez en cuando pasa el típico ciudadano que va a dedicar la mañana a “hacer papeles”, lo llevan escrito en la cara. A la plaza llega un biker; le saludo de lejos con la mano y me responde con un gesto de complicidad. Por su edad podría estar estudiando bachillerato, ha empezado a robar mañanas antes que yo... Somos delincuentes, bandidos del tiempo, asesinos de los hombres grises que Más Oscurecen Mi Odisea.


Detrás de la plaza hay una pequeña cafetería, la típica cafetería de barrio con la barra, sillas y mesas de metal, el mostrador con tapas de ensaladilla rusa, albóndigas con tomate, pipirrana, atún en salsa y pinchitos crudos. Detrás de las botellas de Soberano y Dyc la estampa de la Virgen, el San Pancracio, el escudo de fútbol y el Marca. ALCOHOL, RELIGIÓN y FÚTBOL, los pilares de la sociedad para muchos: Tres perfectos métodos alienantes para engañarse y crear otro mundo totalmente falso, en lugar de apechugar con el que realmente tenemos y que nos reparte hostias que, esas sí, son de verdad.


El camarero es un monstruo -de los buenos-. Me pone el bocadillo de catalana, el café y el vaso de Fanta naranja exactamente como le sugerí. Ese hombre echa más horas trabajando que un reloj ¿cuándo vamos a darles condiciones laborales dignas a los currantes de la hostelería, cuándo? Entonces leo la burrada diaria de titular en el Marca y saco de la mochila El País: Me lo voy a leer con toda la tranquilidad del mundo... LA VIDA ES BELLA, el tiempo es mío.


Saliendo de la cafetería mando con el móvil un mensaje a mi amigo P. Es su primer año de facultad y se tira el día entero en el césped sin entrar a clase. Pruebo a ver si tiene hueco en su apretada agenda para echar un patineo. En cinco minutos, la respuesta: “Estamos en la playa, vente!”. ¡Será cabrón! es día de clase y el tío en la playa... Yo he tenido que esperar a terminar un carrera de cinco años más dos de proyecto para darme un respiro mañanero, mientras el amigo ha empezado por matar el estrés antes de empezar. Me pregunto si he estado haciendo el gilipoyas tantos años. En cualquier caso el plan me parece de maravilla, pongo la tabla en el sillón de la moto y arranco ¡vámonos a la playa!


En el trayecto junto al paseo marítimo el aire es salado y húmedo. La vista, azul y verde esmeralda hasta el horizonte. A pesar de no sentirlo por el viento, el sol me va quemando los hombros y me los llena de pecas. Cada peca, una prueba de que mi cuerpo dice “gracias”.


Cuando llego a la playa voy hacia una terraza de piedra que da directamente al agua; al final de ella está P con otros dos amigos y una guitarra. Son chavales jóvenes, medio niños y medio hombres. Seguros de sí mismos, relajados, bromistas, buenos skaters, buenas personas, divertidos, pasotas. Hablan de qué hacer el fin de semana mientras fuman; no me molesta el olor porque no era tabaco. Sacan la guitarra y cantamos canciones de Los Delincuentes, Boikot, Extremoduro y The Beatles. Al sol, al lado del Mar Mediterráneo. Mientras la ciudad trabaja y estudia, la mañana es nuestra.


Del resto del día tengo un vago recuerdo. Sé que no volví a casa para comer y que seguí patinando por la tarde en otra plaza, aprovechando al máximo cada minuto.


Con el proyecto medio terminado sabía que había cumplido, nadie me exige más que yo mismo.


- Buen trabajo Señor E, tiene usted derecho a que le devolvamos alguna de sus mañanas.


Gracias, pero las voy coger sin permiso, a la mínima oportunidad.


Y vosotros... deberíais hacer lo mismo.




Tuesday, June 17, 2008

Eso no es EUROPA


13 de Junio de 2008


La Comisión Europea ha decidido modificar la directiva sobre ”ordenación del tiempo de trabajo” y aumentar a 65 horas el tope del promedio trimestral de la semana laboral. Dicha modificación aún requiere la bendición del Parlamento Europeo.



13 de Diciembre de 1841


Es, por cierto, deplorable que cualquier clase de personas tenga que reventar trabajando 12 horas diarias. Si se cuentan las horas de comida y el tiempo para ir y venir a la fábrica, se tendrá un total de 14 de las 24 horas del día... Prescindiendo ya de la salud, espero que nadie dudará en admitir que, desde el punto de vista moral, esta absorción tan completa del tiempo de las clases trabajadoras, sin interrupción alguna, desde la temprana edad de 13 años, y en las ramas industriales ‘libres’ desde mucho antes, es extraordinariamente nociva y un mal terrible. En interés de la moral pública, para formar una población competente y para procurarles un disfrute razonable de la vida a la gran masa del pueblo, hay que insistir en que en todas las ramas industriales se reserve una parte de cada jornada de trabajo para recreo y descanso”.


Leonard Horner, Reports of Inspectors of Factories.
(extracto incluido en El Capital, Karl Marx, Libro I - Tomo I)




Tuesday, April 22, 2008

La frase

(FILOSOFÍA vs. fe)

"La 'voluntad' de creer surge de flaquezas y angustias humanas sobradamente comprensibles, que nadie puede ni debe condenar con insípida arrogancia; pero la incredulidad proviene de un esfuerzo por conseguir una veracidad sin engaños y una fraternidad humana sin remiendos trascendentes que en conjunto me parece aún más digna de respeto."

Fernando Savater, La vida eterna.


Tuesday, March 11, 2008

Estocolmo (II): Ella y el caballo loco


Ando por el centro buscando el hotel: Edificios viejos con desconchones en las paredes, pasos de peatones gastados, asfalto agrietado de poros abiertos, granito... Un teatro con aspecto de cerrado anuncia función para el fin de semana. El cartel para sacado de principios de los ochenta; la forzada sonrisa de esos actores de segunda con pelo enlacado provoca de todo menos lo que pretendían, ¿qué tipo de gente vendrá a ver esa obra? Pobrecillos, parece que en este país referencia del diseño también hay caspa. De entre la maraña de carteles pegados en las paredes que se pisan unos a otros, una selección poco consciente de palabras se queda con jazz. Se anuncia concierto con músicos cuyos nombres tienen un montón de letras ä, ö, å. Mala idea la de pegarlos junto a los sonrisas falsas del teatro, la idea de ir espectáculo en esta capital para el finde no me convence... para nada. Por este prejuicio inútil me voy a perder al trompetista de las muchas å, que seguro que era una máquina.

Intento mirar a las caras que se me cruzan, pero éstas solo atienden vagamente la periódica alternancia de sus propios pasos mecánicos. Ojos cansados, hombros caídos, andares presurosos y débiles. Estoy exhausto, tengo hambre, ganas de llegar a la casa es lo que dicen muchas de esas caras... y la mía, que quiere picar algo y encontrar el hotel.

En el 7-Eleven compro plátanos, yogur y un biskvi: pastelito redondo con base de galleta y cubierta de chocolate, relleno con crema y forma de ovni. El hotel estaba cerca. El platillo volante aterriza en mi estómago y me quedo frito en la cama tan rápido que lo hago destapado, con la tele y la luz encencidas.

MERCADO DE PARCHES.

Dos horas después salgo grogui del hotel de nuevo hacia la estación. Tengo tiempo y me paro en una tienda de las más cool. Una concept shop, que le llaman los dueños. Tienda concepto. “Concepto”, hay que joderse. Si Kant pasara por aquí y viera a lo que alguno llama concepto... El de esta temporada son los caballos, y tienen uno enorme de plástico en uno de los escaparates. Peaso de concepto. Voy a entrar ahora mismo a comprar Ideas, Seres, Yoes y Devenires, a ver a cómo los tienen.

Aunque duré poco (mi estomago no tolera ver imbéciles gastando tanta pasta en trozos de diseño conceptual que sólo ellos entienden y les permite entrar a determinados clubs), en ese corto lapso de tiempo antes de salir paseé junto a las camisetas. Trozos de tela limpia, cuidadosamente doblada y etiquetada con precio absurdo. Los únicos objetos en los que latía algo de vida eran las tablas. Cuando agarré una para descolgarla... estaba de nuevo lejos del mundo real, trasladado a mi soleada plaza del Sur de España. He hecho una parada para descansar tras caer bien un truco: me quito la camiseta y descanso la espalda que chorrea sudor en un frío banco de piedra. Sentado al sol, me quito los auriculares y bebo la botella de agua con los ojos cerrados; la cara hacia los rayos de luz los desafía mientras éstos atraviesan cada prisma formado por las gotas de sudor que resbalan sobre mis pecas.

Observo a los suecos que siguen patinando; con qué estilazo lo hacen estos cabrones. Qué cosas, ellos no saben que sólo son un flashback de mi mente y que mi cuerpo se halla de hecho en su madre patria escandinava. Quizá incluso me esté cruzando con ellos físicamente, allá en la ciudad de Nobel mientras mentalmente compartimos una sesión de skate a pocos minutos del Mediterráneo.

Estos guiris son la leche. Björn, casi dos metros, canijo, blanco como la cal, rubio albino y de ojos azules pequeñitos; buena gente, un alma libre pero con los pies en el suelo (cuando los baja del patín). Christian, otro vikingo: un armario con barba que patina suave como una bailarina y esconde su timidez en latas de cerveza, una tras otra. Oculta muchas más historias en la San Miguel, que será un santo, pero agarrado todo el día a él mi amigo va directo a la perdición.

Las camisetas que llevamos en aquella plaza se apilan en el banco, impregnadas con sudor de diversión, esfuerzo, de viajes, descubrimientos, de risas, de alcohol, música, de caídas, de polvo, tierra, asfalto, de euforia, tristeza… Nada de eso viene planchado, doblado y etiquetado para su consumo.


Otro flash y ya estoy escapando de la tienda; saliendo veo que el escaparate de la derecha es aún mejor: triste como él solo, dispone únicamente de un maniquí sin cabeza al que han castigado con una sudadera de estilo vintage ochentero. Igualita que la que mi madre me compró en el rastro de dos tallas mayores para que durara –nos durara, que era para compartir con mi hermana- y que acabó de pijama hasta que no me entraba la cabeza. Un sudadera de felpa sin capucha con un parche planchado que ocupa todo el pecho, de esos que no se doblan cuando te agachas y se quedan recios apuntando al cuello. Poco a poco, con los lavados, el parche se agrieta y se levanta por los filos, pierde color, pero sigue ahí, luchando cara a cara contra la lavadora y desacompañando tu cuerpo cuando duermes con él.

El de la tienda era azul, con el aspecto de gastado que tenía el mío. El parche también era de esos grandes, tiesos y gruesos –casi un relieve, la cúpula de los peces de Barceló- con un motivo súper conceptual a la par que cool; decía: “CABALLO LOCO” ¡Toma ya, unas letras en español! ya no se puede ser más guay. Paseando con ese jersey por La Palmilla me darían unas monedas para un café, pero en esta capital me sacarían de la cola del Debaser para invitarme a un vino blanco junto a los VIP.

No aguanto mirarlo más, tiro para la estación. En la esquina del kebab-pizza unos turcos montan jaleo; la primera vez que huelo sangre en humanos desde que llegué. -Chavales, que siga la juerga –les dije con una mueca-.

Los mismos desconchones, pósters, invisibles pasos de peatones y cara amargados en el camino contrario al de antes.

Ahora espero la llegada del autobús de las ocho. Con la mirada fija, me voy a mi mundo (para variar). “Mira hija, eso es un autista” debe haber dicho alguno de los que se me hayan cruzado los últimos minutos.

El autobús que espero llega, aparca y van saliendo pasajeros de él, hasta que de la escalera asoman unas botas altas marrones y unos guantes blancos respaldados por los ribetes azules de los puños de un chaquetón.

ELLA.

El autobús no puede hacer nada por impedir que salga, así que la princesita se va escapando con tranquilidad hasta detenerse en la acera inmediata. Junta los talones de las dos botas, ajusta el carrito de equipaje, levanta la cabeza y comienza a andar. Una sonrisa bellísima, clara, acendrada, inocente, fuerte, segura, feliz, confiada, divertida, cómplice, simple, calmada y juvenilmente sobria. Finos labios rojos colocados en la parte inferior de una cara infantil, limpia y de sana palidez. Dos calas mediterráneas de agua fría y transparente en un día de terral son sus ojos mirándome. ¿Cómo puede ser tan feliz en este sitio tan FEO y deprimente? Viene hacia mí y ya se me han quitado las pesadumbres con las que los cara cansados, casposos y desconchones habían ido cargando mi alma. No lo entiendo, camina alegre, divertida, con determinación, sin desconfianza alguna en su rededor. En el entorno de su paseo parece que ya no hay frío, oscuridad, agotamiento, aburrimiento... ¡Que no lo comprendo! La torre de alta tensión tampoco. Está aturdida, desorientada, se estresa: No está acostumbrada, para ella la vida es hierro, moho y vigilar las vías por las que circulan trenes cargados de cara tristes. No lo comprende, pero se contagia de esa primavera andante y respira aliviada. Relaja los hombros: los cables de alta tensión que sostiene se huelgan. La corriente eléctrica que transportan conmuta armónicamente y transmite codificado este mensaje: S-O-N-R-Í-E.

¡A los raíles del tren también les afecta! Siguieron con atención las caras que su vigilante, la torre, iba poniendo; contagiados, se activan: conmutan dos bifurcaciones para trazar con hierro una parábola... Acaban de dibujar una sonrisa.

La torre que lo observa chisporrotea y zumba en respuesta a las vías. Éstas quieren contárselo a todas sus aburridas camaradas en Suecia y, conocedoras de la magia de las series de Fourier, modifican melódicamente en frecuencia y amplitud las ondas de sonido generadas por las ruedas del tren que las atraviesan hasta codificar otra palabra: H-E-R-M-A-N-A-S. Qué solidarias que son estas vías de tren suecas.

Ella sigue su paso hacia mí, sin percibir nada de lo anterior. El chaquetón largo hasta justo encima de las rodillas, azul oscuro, entallado en la cintura y de hombros rectos le da un aire a azafata competente muy divertido. La azafata de Aerolíneas “ Señor E, Aquí Tiene Su Paz” me abraza y olvido la angustia de no saber y no ser. Huelo su pelo, rodeo su cuerpecito con mis brazos y deseo conservar conmigo este pedacito de espacio sin interrogantes que es sólo afirmación de vida.

JOHNNY

Ella me acompaña hacia el hotel pasando por los mismos tristes sitios de antes a los que ya no presto atención. Hasta me muestro un poco más condescendiente con el señor de la laca y la sonrisa postiza: -Relájate un poco, chiquillo –le digo al póster-.

Los turcos siguen liándola; si me entra hambre de nuevo bajaré a su local, fijo.

Caminamos por delante de la tienda donde Kant se compraba conceptos los sábados por la mañana. Vamos achuchados y caminando a pasitos, de modo que me da tiempo a observar la escena que tiene lugar dentro de la tienda. Un nadie conversa con el expendedor de logos; apunta hacia el maniquí con la sudadera vintage.

-Exactamente p-r-e-p-á-r-a-t-e-q-u-e-s-o-n-u-n-v-i-a-h-e de coronas -parecía decirle el intermediario de Sócrates-.

El nadie con nada en los ojos asentía con su sujeta gorras. El maniquí, aliviado desde que le habían quitado la cabeza para ser más concept pensaba “a mí plin” respecto a la decisión del cliente. Sin embargo este maniquí se sintió como Johnny cogió su fusil, mientras era desnudado. Sin poder alguno, abandonado en la inmensidad de la existencia y desprovisto de toda característica humana, con la certeza de que nadie nunca lo descubriría al fondo de ese pozo; nunca se escucharían sus gritos, la PEOR pesadilla imaginable. A Johnny le mantenían vivo obligado a no vivir. Al maniquí además lo usaban para portar conceptos que insultaban su inteligencia, eso no se lo hacían ni al pobre de Johnny. -Si tuviera piernas le rompía las pelotas al que me cuelga estas gilipolleces.

Mientras la escena se desarrollaba para desgracia del maniquí y de la sociedad en general que tendría que sufrir la contribución a la inflación de esa pobre alma adolescente en busca de identidad, yo me había quedado clavado frente a ellos.


-“Eres autista o qué”, dijo ella.

Desperté de mi viaje a la NADA en la que floté con Johnny y el maniquí, desconcertado porque de alguna manera ¡mis propios ojos me estaban mirando! ¡joder, qué truco me está jugando la mente ahora!, ¡no será Johnny que me quiere joder a mí también!.

No es eso, imbécil; es simplemente que te estás viendo reflejado en la luna del escaparate.

Terminé por verme entero; tenía cara de gilipollas con una expresión que representaba perfectamente sorpresa y escepticismo. Antes de volver al mundo real, me prometí salvar a a Johnny y a los maniquíes. -Lo que me digáis chavales; si queréis os mato y os libero, os entiendo perfectamente; la inmoralidad en vuestro suicidio que algun pacato quiere ver no es tal. O mejor ¡pasamos de todo y nos vamos a comer pescaito y sangría a La Carihuela! yo... lo que me digáis.

Antes de que pudieran contestarme se adelantó otra voz, femenina:

-¿Qué te ocurre cariño, qué has visto? -preguntó mi angelito-.

- Nada, nada... Cosas mías -respondí-. Oye, guapetona,...

- ¿Sí?

- Nunca dejaré que hagan de mí un maniquí.




Monday, February 25, 2008

La frase


"
Si yo supiese algo que me fuese útil y que fuese perjudicial a mi familia, lo expulsaría de mi espíritu. Si yo supiese algo útil para mi familia y que no lo fuese para mi patria, intentaría olvidarlo. Si yo supiese algo útil para mi patria y que fuese perjudicial para Europa, o bien que fuese útil para Europa y perjudicial para el género humano, lo consideraría como un crimen, porque soy necesariamente hombre mientras que no soy francés más que por casualidad."


Montesquieu


Tuesday, February 19, 2008

Ateo es testigo de la APARICIÓN del Big Bang en una tostada

Corrillos del Campo, España | La excitación se incrementa en este pueblecito al sur de Andalucía siguiendo la noticia de la aparición, ante un habitante de dicha localidad, de la imagen del Big Bang en una tostada de pan cateto. Benito Camelas, ateo de treinta y seis años, desayunaba tranquilamente cuando una inusual silueta en la tostada captó su atención.

Justo cuando iba a untar la zurrapa me fijé en el típico bujerillo del pan, rodeado por un círculo oscuro requemado,” dijo Camelas al periódico local El Heraldo de Corrillos. “En cualquier caso, la dirección y silueta de las salpicaúras de las migas, así como los matices cambiantes que emanaban de aquel bujero negro, eran claramente similares a los patrones no lineales de dinámica caótica que uno esperaría que obviamente siguiera el Big Bang. ¡Es el nacimiento del mundo!“ añadió excitado.

Desde que la noticia del descubrimiento acaparara titulares en mayúsculas a nivel nacional, los hoteleros locales han sido desbordados por una procesión de ateos provenientes de todo el país, quienes han llegado en peregrinaje a Corrillos del Campo para vislumbrar la reliquia científica. “Siempre he sido ateo y ver esta opción vital validada por una tostada es verdaderamente increíble”, dijo uno de los huéspedes del hostal Camas El Corrillo.

Para sorpresa de muchos, la Conferencia Española de Ateos ha pedido a sus miembros que no presten atención a la historia pese a su potencial para inspirar el desaliento de fe. “Dado lo ya venerado por los religiosos, esto es un truco barato”, dijo uno de los indignados activistas que admitió que aun así iría a Corrillos del Campo, recalcando que “ver no es creer”.


(Atheist Sees Image of Big Bang in Slice of Toast, Ronald Pecorry
. Traducido con rigurosidad académica por el Señor E)

Nota: La idea de traducir el texto es de un chaval, conocido escritor, cuyo nombre no desvelaré. Bueno, sólo una pista: su nombre empieza por “F” y acaba en “uckowski”.

Thursday, January 24, 2008

El mundo que no ve El Mundo


Estos del periódico de Pedro Jota se están ablandando, no se atreven a contar cómo de veras está España por culpa del zapatitos.

Zetapé no sólo tiene la culpa de los futuros atentados terroristas de la ETA; la cosa va mucho más allá y el hecho de que un periódico decente, fiable y objetivo como El Mundo no dé el paso de publicarlo me indigna. No se están investigando las actividades internas del presidente en La Moncloa –ocultan la verdad, no interesa que se sepa-, de donde se han filtrado datos que apuntan a la construcción de un zulo para retener a periodistas que publiquen noticias sobre las actividades de la banda. Sí, sí, el zetapé, el mismo que está planeando reventar con bombas tres u ocho Corte Inglés de Madrid para ganar las elecciones. Si es que...

Otras informaciones señalan que sus relaciones con Chávez incluyen acuerdos de intermediación para que las FARC suministren coca de la buena a los ministros socialistas. Sociatas...ya se sabe que cualquiera que vaya pidiendo libertad e igualdad es un vago maleante drogadicto.

Para esta legislatura los del PSOE han pospuesto la modificación de la ley del aborto pero en la siguiente la van a sacar adelante, lo que significa que van a obligar a toda madre cristiana embarazada a abortar por decreto. El empalamiento a la familia no acaba ahí: Se va a ordenar divorciarse (mediante divorcio vip-exprés) a todos los casados, los cuales acto seguido deberán:

Primero: Volver a contraer matrimonio con una persona del mismo sexo empadronada en Chueca, por el rito islámico.

Segundo: Adoptar un latin king, un moro de El Ejido, un rumano y un chino de Lavapiés.

Aquellos que se nieguen serán llevados a campos de trabajo donde se torturará con conciertos de Víctor Manuel.

La asignatura para la ciudadanía es la primera piedra del verdadero régimen que José Luis pretende construir, régimen que tiene como referencia al comunismo de Camboya: Socialismo fascista donde la moral y la conciencia son impuestos por el Estado. La segunda será una asignatura a impartir en las universidades, “Laboratorio de cómo ser un buen progre”, donde se enseñará a coser coderas en chaquetas de pana, liarse canutos gordos, etc, entre otras actividades didácticas.

¡Dios mío!, padre nuestro... ¡¡¡Se van a cargar a mi Essspaña!!! (¡coño! acabo de romper el españolímetro que tengo en la mesa del PC, mira que me está costando esto disgustos)

Otro de los precipicios por los que la banda de izquierdosos quiere empujar al país es la Alianza de Civilizaciones. Un acta extraviada de su última reunión dejaba constancia del empeño de gobernantes españoles en facilitar a Bin Laden unas bases militares para el diálogo y la comprensión mutua, en La Alhambra.

Mientras todo esto ocurre, el único medio garante de integridad periodística, fiabilidad investigadora e independencia como bandera, El Mundo, no tiene los cojones de ponerlo en portada. Panda de rojos y maricones. Ya se les veía el plumero (sobre todo a Pedro Jota en el vídeo). Yo sí que te voy a llamar puta de verdad.

Saturday, January 12, 2008

Sé rico o muere en el intento

Tengo que apagar la televisión porque la MTV me satura. Un programa tras otro enseñando lujo, malgasto de dinero, superficialidad, vanidad, egoísmo, etc... Cuando acaban esos programas empiezan los video-clips, que son más de lo mismo: Mansiones, coches grandes, oro y la dignidad de las mujeres pisoteada como una alfombra. La mayor parte de estos vídeos son de hip-hop, ¿qué le ha pasado a la música popular negra? ¿dónde están los talentos como los de la era Motown, Atlantic, etc..? Un rapero muy conocido ha titulado su álbum “Get rich or die trying”. El cabeza de chorlito no es sólo un exponente de ese estilo de música –el gangsta rap- donde lo cool es ser un asesino, un gánster y tratar a las mujeres como basura. Es además un reflejo de las cloacas mentales que produce un sistema basado en absoluta libertad de mercado sin protección del estado, en la ley de la jungla. La felicidad inalcanzable está en tener televisiones de plasma gigantes, jacuzzis, frigoríficos de dos puertas llenos de coca-cola, varios Merecedes, BMW, llantas enormes y una novia con tetas de silicona.

Más lujo y despilfarro por arriba, más pobreza por abajo. Y por todos lados, miseria de valores.

Luc Ferry, filósofo y ex ministro francés decía lo siguiente en una entrevista: “La primera globalización, la de la ciencia moderna, quería comprender el mundo para dominarlo. Con dos metas: ser más libres y más felices. La globalización actual no tiene un objetivo superior, sólo sigue la lógica del mercado, donde la competencia es un fin en sí mismo. Si un programa de televisión no tiene audiencia, desaparece. Nuestros móviles pesan menos pero nosotros no somos más felices. Avanzamos sin saber adonde y, además, no controlamos el proceso”.

Vaya, esto último también lo dijo otro gabacho, Manuel Chao.

Cruzando libros y periódicos se encuentran otros ojos abiertos que aprecian este absurdo. Por ejemplo, los de Pere Navarro, director de la DGT: “Ser sabio es poder decir: ¿cuándo es bastante? ’Usted tiene que crecer, usted tiene que ser competitivo’. De acuerdo: dígame cuánto es bastante. Y entonces yo me organizo y llego”. Como dice el periodista que le entrevista, la austeridad ya no se lleva (desde luego en la MTV o en la televisión en general no la vamos a encontrar); según Pere “vivimos en una apoteosis barroca del consumo”.

Un tipo que además sabe apreciar los placeres de la vida. Si es que hay mucho por disfrutar, lo que ocurre es que la publicidad busca continuamente tu insatisfacción.

Además de ojos despiertos hay también plumas comprometidas, como la de José Vidal-Beneyto (las mayúsculas no pertenecen al texto original): “Cada día los pobres son más pobres, pero afortunadamente para las estadísticas globales de la riqueza, los ricos son más ricos y una cosa compensa la otra.[...] Más de un tercio del PIB mundial lo poseen las 100 primeras empresas del mundo; los ricos que entre 1936 y 1975 representaban el 1% de la población norteamericana y poseían el 5% del PIB de EEUU han vuelto a elevar su participación a más del 20% en los últimos 30 años. Riquezas amasadas en una legalidad de fachada, tras de la que se esconden las bolsas de valores manipuladas y sus amañadas cotizaciones, las contabilidades trucadas, los PDGs truhanes, los Estados cómplices con sus asilos cómplices del crimen –seis paraísos fiscales en la sola Unión Europea-, el escabroso, indomeñable imperio del gansterismo económico, todo fundado, legitimado por los vendedores del capitalismo de mercado que se auto califican de filósofos y que hacen del darwinismo social la doctrina que todo lo explica: los más fuertes duran y prosperan, los otros desaparecen. LAS COSAS SON ASÍ E INTENTAR CAMBIARLAS ES PEOR, pues sólo produce más caos y desorden. Algunos parches quizás sí, pero proponer otros modelos de sociedad, con otros valores y otras prácticas, buscar alternativas a lo existente y apostar irresponsablemente a lo improbable es optar por el terrorismo de las utopías. El sueño es un componente esencial de lo humano, pero no el sueño de los pobres hecho de fuego y revoluciones sino sólo el de los ricos que viven entre el lujo y la lujuria [...].”

Las desigualdades de renta también se amplían en España. Por cierto, qué bueno eso de “terrorismo de las utopías”; actualmente, a los mansos corderitos conformistas se les llama “moderados”, y a los que protestan y se sublevan ante las injusticias se les acusa de “radicales”. O “terroristas de utopías” tomando las palabras de Vidal-Beneyto, que añade otra perspectiva sobre el lujo, el despilfarro y el darwinismo o ley del más fuerte. En cuanto a esto último, la idea de “el premio para el que se lo curre” a la que con cinismo y demagogia se agarran los liberales me parece de puta madre.. si el premio es el trofeo en una competición a la que vamos todos con las mismas condiciones de partida. Si no, no vale.

Hasta que leí este artículo, no reconocía el nombre del autor, pero desde ya me lo guardo, vaya a ser que me lo encuentre un día en un bar y se me pase invitarle a un vino.

Más sobre consumismo, desigualdades y desprestigio de la austeridad como valor aporta Vicente Verdú en su artículo “Ideología del ‘low cost”:

“[...]La cadena de supermercados Wal-Mart, la empresa de mayor facturación del mundo, sigue el lema de bajar día tras día sus precios hacia una asintótica (¿satánica?) que amenaza con acercarse a cero ¿Será entonces el paraíso terrenal? ¿El paraíso capitalista del proletariado?[...]

La situación es más o menos esta: el particular crecimiento económico de los últimos años ha generado en un extremo una tupida cosecha de multimillonarios y en el otro un vertedero donde, aún en los países desarrollados, se apila un 15% de la población.

Desde un arrabal a otro pulula una masa sin conciencia de clase, tan tolerantes como indiferente, tan cínica como caritativa [...], tan amigos del Papa como de Pilates y el Ché. Millones de seres individuales que se apresuran ante la última entrega de Harry Potter, el best seller de misterio o el estreno de James Bond. Usuarios todos ellos de Ikea, de Zara, de Google, de Lidl o de Easyjet[...].

Se trata de individuos instruidos en el consumo, ampliamente informados a través de la Red y ávidos de lograr su identidad –perdida en el trabajo- a través del tiempo libre [...].

La copia es igual al original y lo virtual se confunde con lo real. No hay delito en bajar productos de Internet puesto que todo lo que puede ser gratis no debe costar un duro. La ética del coste (o del esfuerzo) no posee ningún valor absoluto ni tampoco el dolor aporta dosis de superación o depuración interior, a la antigua usanza [...].”

Estos extractos ayudan a componer una mejor imagen de la sociedad en que vivimos. Todo ello puede apreciarse encendiendo el televisor, pero empleando un montón de filtros antes de procesar lo que sale por la pantalla.

“Chicos MTV”, no os dejéis engañar por esa exaltación de la riqueza y la superficialidad. En los mismos videoclips suelen poner algún skater porque queda muy cool, se ha convertido en un estereotipo de libertad, rebeldía y diversión. Pues bien, venta a la plaza donde patinamos que no vas a ver ropa cara ni cochazos. La mayoría, chavales con camisetas de tres euros de Decathlon y pantalones de Carrefour haciendo locuras con la tabla, echando unas risas, intentado superarse con esfuerzo y ¿quieres ser cool?, aquí hay gente que con dos duros en trapitos y cero en la cuenta corriente tiene un estilo que tira de espaldas. La personalidad no se compra.

No voy a dar lecciones morales, ni mucho menos, pero estate atento por si el mercado te la está colando con su idea de lo que debe ser la felicidad y el éxito. Pueden hacer de ti un insatisfecho y un frustrado innecesariamente, además de consumidor compulsivo, y otro seguidor de la insolidaridad y el “darwinismo social”.

¡Que no te jodan!