Wednesday, January 31, 2007

HOOLIGANS

Cuestionarse a uno mismo. Difícil tarea, y difícil dar el primer paso en esa dirección.

El ejercicio de estudiarse a uno mismo es una sana actividad de la que pocos participan. No es tan difícil el descubrir agujeros y descosidos en nuestro interior, como el hacerlo con criterio y rectificarlos. Rectificarlos implica el cambiar a ser otra persona. Cambiar es reconocer errores. Reconocer errores es un honesto paso que en demasiadas ocasiones no se toma, por la percepción de que ello “muestra debilidad”.

Estudiarse a uno mismo precisa de mirarse desde muy arriba, con gran perspectiva. Sólo desde allí se contempla con amplitud nuestra situación y nuestro entorno. Una vez en la cumbre, se llega a ver los condicionantes que han formado nuestro pensamiento. En ese mirador especial asimila uno el lugar donde ha nacido, el momento de la historia en el que le tocó hacerlo, y todo lo que ha ocurrido hasta el momento actual. Se comprende con mayor profundidad una obviedad: Que uno no ha elegido el país donde nace, ni la ciudad, ni el barrio, familia, o colegio, ni la situación por la que pasaban los anteriores cuando te tocó estar en ellos. Todo estos condicionantes, que conforman nuestra personalidad, pensamiento, orientación política, religiosa… son absolutamente circunstanciales. Por tanto, nuestra personalidad y pensamiento también lo son… A menos que el estudio y cuestionamiento de ellos mismos sea el timón que los dirija. De nuevo, coger el timón y virar significa cambiar el rumbo anterior, y cambiar como se ha dicho, es reconocer un error.

Si uno nace en Italia es probable que sea cristiano. Si naces en Arabia Saudí es más que probable que seas musulmán. Naciendo en Israel tienes todas las papeletas para llevar el kipá. Viviendo en País Vasco, Quebec o Sáhara, tendrás bastantes más opciones de convertirte en nacionalista que por ejemplo, un bonaerense. Que tu padre sea currito o un empresario con gomina, puede influenciar tu tendencia política a izquierda o derecha. Otra vez, sin que tu hayas elegido a tu padre, ni el lugar del globo donde has nacido, ni la religión mayoritaria en el mismo.

Y sin embargo, descartando una previa consideración de la arbitrariedad de nuestros orígenes, y un cuestionamiento de las doctrinas que adoptamos… nos lanzamos a defenderlas cual cruzados de la Edad Media.

La batalla política en las democracias se convierte en hooliganismo (¡toma palabreja inventada!): Yo del Madrid, tú del Barça. Mi equipo er méon der mundo, el tuyo, lo peor. El arbitro siempre se equivoca a vuestro favor y en nuestro perjuicio. Esa patada a la rodilla le ha dejado inválido, pero como el agresor es de mi equipo, “es que ni le ha tocado”.

Esa ceguera, prácticamente fisiológica, que provoca el dogmatismo es una nefasta disposición para el debate político democrático, ya sea en el Congreso, o en la barra del bar (muchísimo más grave en el primero, claro). En ese debate, que nos concierne a todos, no es deseable ser un hooligan. Muchísimo más beneficioso para el conjunto es, primero ser del fútbol, y luego de tu equipo, recordando que el equipo contrario también es el fútbol.

Quién me diría a mí, que hasta los 17 años era anti-fútbol, que lo iba a referir tanto (este es otro condicionante que me llevo por ser español del siglo XX… si el autor de este blog fuese afgano, las metáforas irían de jugar al buzkashi con la cabeza de una vaca).

Ante todo, uno comparte con el contrincante político, y el compañero de distinta ideología, el respeto y la defensa de la libertad, la igualdad, los derechos humanos, la búsqueda del máximo bienestar para la comunidad, etc … Luego nos enfrentamos en la discusión de cómo conseguirlo. Cuando no se es de todos, cuando se busca un desigual trato para los tuyos, los de tu tierra, tu religión, tu condición… se convierte uno en un hooligan.

Los hooligans nunca viran el timón, nunca reconocen errores. Los hooligans son perniciosos hasta para su propio equipo.

Viaja, observa, estudia, cuestiónalo todo, cuestiónate a tí mismo.

Luego elige o forma un equipo … y respeta siempre al contrario.

Thursday, January 18, 2007

Café con pastillas.

El dolor de cabeza me llega ya a la mandíbula. He terminado el primero de los tres viajes en avión del día y tengo que esperar unas horas en el aeropuerto.

Llevo cuatro horas despierto sin oler un café, como no me tome uno pronto me va a reventar la cabeza, como al del telediario de aquella peli. El avión no ha hecho más que agudizar el dolor.

Una sueca con ojos de pez me pone un cafelatte enorme. Sólo olerlo me pone los vellos de punta. Saco del bolsillo los bollos caseros de canela que Lena me preparó, y los empapo en mi droga favorita. Entre bollo y bollo, dos paracetamoles.

¿Café y dos pastillas? ¡Ya soy todo un hombre! Cuando estaba en el instituto leí el primer libro del periodista deportivo Jose Ramón De La Morena. Una de las cosas que recuerdo es cómo contaba que en un aeropuerto, durante un duro viaje de trabajo, se tomó un café con dos aspirinas; pensé ¡qué bestia! Muy quemado debe estar de currar.

Después de los tres aviones, ya estoy en mi camita española, repitiendo el ritual de libro y radio. Joserra, el autor del libro que he mencionado, comenta el partido del Madrid.
Opina que los curritos que van al Bernabeu pagan, con su esfuerzo pobremente remunerado, el enorme sueldo del entrenador y que por ello éste ha de aguantar los insultos de los primeros… que "eso va en el sueldo".

Pero qué tontería. No se tiene porqué tolerar ningún insulto, ¿qué contrato exige eso?, ¿sería legal? El razonamiento es: “como yo te pago el sueldo, te puedo insultar”. Entonces el mismo currante podría ser insultado por los dueños de su empresa el lunes después del partido. Hasta salen peor parados, porque podrían sufrir la humillación cinco o seis días a la semana, no sólo los domingos como un entrenador de fúmbol. Además, supone el periodista que el currito es de por sí maleducado. ¿No se puede ser currito y tener excelente educación? Claro que sí. Como decía Ortega, el ser un hombre excelso no es una cuestión de clase social.

De la Morena, que tampoco mete la pata tan a menudo, tiene una historia interesante. Llevó a cabo, según él, un pasito más en la Transición Española: Desbancar al cacique de la COPE, Jose María García. Jose Ramón se pone a sí mismo esa medalla. Tiene razón. Me parece valiente que lo diga, demuestra la seguridad en sí mismo que los buenos tienen, seguridad que los mediocres confunden con arrogancia. Con un tipo así da gusto discutir, aunque no lleve la razón en lo de los insultos.

Me estoy quedando dormido escuchándole, saboreando el contraste entre el país del que acabo de llegar y el mío. Sólo en España un programa de radio que empieza a las doce de la noche tiene tal audiencia. Es algo que sorprendió al mismo Capello cuando arribó en el Madrid hace unos años, a pesar de venir de una tierra con la que tenemos tantas cosas en común. Ese contraste es algo que todavía no comprende un corresponsal inglés en España que acaba de escribir un libro sobre nuestra sociedad. Después de investigarnos, estudiarnos y completar el mismo, sigue preguntándose... "¿cuándo duermen los españoles?"

Es que no dormimos.

Wednesday, January 17, 2007

Comenzamos.

Se puede cambiar todo, se puede arreglar todo: Puedes cambiar tu clase del colegio. Puedes cambiar tu clase en el instituto. Puedes cambiar tu universidad, ya lo creo que puedes. Puedes cambiar tu lugar de trabajo, tu barrio, tu tienda, tus amigos. La tele, la radio, el periódico, a tus cantantes, tus ídolos. Tu casa, tu familia. Lo podemos reparar todo...

Vamos al lío.