Thursday, February 22, 2007

Good night and good luck.

El siguiente programa irá sobre McCarthy. E iremos a por él”.


Una película de periodistas para acabar el largo día de trabajo. La frase la dice Fred Friendly a su equipo de reporteros. Se van a meter hasta el cuello en una noticia que les puede costar más que el puesto de trabajo; les une el compañerismo, el honor y la lucha por la verdad. Van a “lanzar piedras contra gigantes”.

La escena me hace recordar una anécdota que hace tiempo me contó mi madre: En una reunión sindical, se discutía si ir a la huelga en la empresa. La presión que iban a hacer los trabajadores era seria, y nadie podía asegurarles cómo iba a acabar la cosa. Uno de los compañeros que estaba cerca de ella durante la reunión abrió con discreción y mano temblorosa su monedero, miró la foto de sus niños durante unos segundos… y se dijo en voz baja: “Adelante”.

Aunque sea una película, está basada en los hechos reales de la Caza de Brujas americana. Cuando les escucho siento un impulso, algo que me empuja a levantarme y apoyarles. ¡Qué huevos tienen!

Demasiados evitan meterse en terrenos pantanosos cuando se trata de su puesto de trabajo. Los hay que se meten en el ajo por coherencia y honestidad. Hoy soy de los que, inspirado por los hechos relatados en el film, y quién sabe si inconscientemente, desea meterse en el ajo pero está lejos de la batalla: El laboratorio de ingeniería no es la redacción de un periódico.

La cinta transcurre con escenas de pasillos, reuniones, conversaciones ágiles, tirantes y corbatas, swing y whiskey, jazz y cigarrillos. Lanza temas que no envejecen, como al decir que McCarthy “no creó la situación de miedo, sólo la explotó”. Esto me recuerda a actuaciones de gobernantes que vemos todos los días en los telediarios. O cuando Edward Murrow se pregunta por qué no incluir cuñas, de carácter didáctico sobre temas políticos, en programas de entretenimiento y gran audiencia. Un instrumento tan poderoso como la televisión podría contribuir a mejorar la educación, la cual determina el futuro de la nación. El mismo periodista ante los ataques que recibe por sus denuncias, resalta que discrepancia no es igual a deslealtad, otro matiz que no por antiguo deja de ser útil actualmente.

En vez del Scotch con el que estos reporteros aflojan corbata y tensión en la barra del bar, agarro copa y botella de Rioja para saborear este cine en blanco y negro. “Buenas noches” le digo al espejo. Tras unas copas, con el suave jazz haciendo de canción de cuna, me quedo profundamente dormido… y sueño… Sueño en blanco y negro. Sueño que siendo ingeniero, llega la hora de ejercer mi responsabilidad. Ya estoy en el ajo… esto no es tan guay como parecía en la peli. Las piernas me tiemblan. La decisión que tome afecta a mi puesto de trabajo, pero afecta a todos los demás, afecta al avance, o la defensa ante retrocesos, de algunos derechos sociales. Es mi hora. Entonces, meto la mano en el bolsillo… saco el monedero… lo abro para mirar la foto de mis hijos y de mi mujer, cuando… escucho un sonido crujiente y dulce: Es la voz de Edward Murrow, como salida de un gramófono, que me susurra… “buena suerte”.

La voy a necesitar, hermano.

Thursday, February 8, 2007

Cruzando líneas

Echo el patín al suelo, me subo de un salto y me impulso hacia delante…

En ese instante la realidad cambia, yo cambio. Todo mi cuerpo se relaja, respiro mejor, la sangre de mi corazón fluye más suavemente, me siento ligero… el viento en mi cara limpia la expresión de angustia y preocupación, para rescatar la sonrisa y la mirada del niño. El niño que en su cuarto se siente protegido y juega sin descanso, como si la vida se redujese a divertirse con un juguete, sobre unos cojines, mientras le dejen.

Observo la plaza y a los otros skaters. Están concentrados en su siguiente truco, la mayoría de ellos no compite sino contra sí mismos. Como en cada grupo humano, hay todo tipo de personajes: los tranquilos, los simpáticos, los serios, agresivos, apáticos, vacíos, competitivos, vitalistas, sociables, solitarios, educados, insoportables, tímidos, arrogantes, los sectarios, los que sólo disfrutan de su hobbie… de diferente edad, posición social y nivel de skatin’. Tener el patín en común con ellos te acerca a conocer algo de sus vidas, un espectro de posibilidades que siempre es interesante: Desde el delincuente hasta el niño rico, del currante al señorito, del paleto al modernillo, del buena persona al miserable. De todos se aprende mucho más que un truco nuevo.

Me pongo los auriculares y ruedo hacia una zona vacía de la plaza. Una cantante folk americana me cuenta con suave voz, y agradables melodías, la amargura de la existencia, la dureza de las pruebas de la vida. Paso junto a unos escalones; al final de ellos se sienta un vagabundo. Tiene la cara quemada por el sol y está descalzo. A su lado un cartón de vino vacío le recuerda la razón de su resaca. Le habla a… nadie. Ha perdido la cabeza. Me pregunto cómo sería su vida, antes de dejar de ser un hombre. Vuelve a quedarse dormido, el ruido de mi patín le había molestado. Antes de romper a llorar decido hacer algo quizá egoísta: Me acerco a un bar y pido un café en vaso de plástico. El alcohólico ahora está medio dormido. Le doy un golpecito y le señalo el vaso. Espero a que lo coja y dé el primer sorbo antes de irme. Quizá egoísta porque lo he hecho por mí.

Decido ir patinando hacia otro spot. Miro al suelo mientras voy rodando… Observo cómo el nose va atravesando las líneas del pavimento, una tras otra… son rayas distintas, finas o gruesas, de distintos colores y texturas…

Son muchas las líneas que uno cruza cuando patina. Las leyes son unas ellas: está prohibido patinar en la ciudad. El inerte mobiliario urbano está diseñado para sentarse o apoyarse en él: Prefiero saltar dicho límite, sobre ese uso establecido, para deslizarme y aprovechar mi entorno en la manera que yo he decidido. Hoy tengo vida para regalar y el agraciado es ese pedazo de frío mármol.

¿Siguiente frontera? La edad: A mis años debería ir los domingos a sentarme en un bar y ver el fúmbol, ya soy grandecito para “jugar al monopatín”. Me encanta atravesar esta norma social y disfrutar patinando sin pensar en la fecha de nacimiento que pone en mi DNI.

Incluso para practicar un deporte hay que seguir un reglamento; en el skate, no. Basta con que te digan lo que no se puede, no se debe, o simplemente no es guay hacer con la tabla, para que intentes hacerlo ¿porqué no probar? ¡Vamos a darle un tiro!

Cuando patino siento que estoy VIVO.

La energía vital que me devuelve el patinar me inspira a seguir escribiendo líneas en papel, y a cruzar todas las que se pongan delante de mi tabla, ya sean surcos en la acera o estúpidas costumbres sociales. Estoy preparado para saltar y acostumbrado a caer. Muy acostumbrado a caer.

Siguiente línea, por favor.